Sin decisiones consistentes, la industria hípica enfrenta una difícil situación
Por Ramón Brito.
Semana a semana, el manejo de las situaciones de observación (Inquiry) y/o reclamo por parte de las autoridades de los diferentes hipódromos, genera opiniones encontradas y no pocas polémicas. En muchas ocasiones, el aficionado hípico -principal cliente del negocio- se ha sentido defraudado por decisiones que de una manera u otra afectan su inversión. Situaciones similares, incluso en un mismo hipódromo, han derivado en veredictos diferentes, y lamentablemente la credibilidad del espectáculo se deteriora sin que haya -por los momentos- una salida. En este sentido, la industria hípica no tiene diferencia con muchas disciplinas deportivas, en las que la apreciación prevalece a la hora de tomar una decisión.
Estas apreciaciones, sin embargo, deberían estar fundamentadas sobre la base de una reglamentación clara, y sobre todo uniforme. Es allí donde el hipismo falla ante las partes involucradas. Entendemos que se están haciendo esfuerzos por establecer reglas uniformes en todas las jurisdicciones, básicamente a través de la puesta en vigencia de HISA (Horseracing Integrity and Safety Authority), pero dicha uniformidad está apenas comenzando con lo relativo a la seguridad e integridad de los purasangres, para luego establecer normativas en cuanto al control de la medicación de los ejemplares. Entre tanto, todo lo concerniente a las situaciones que ocurren durante las carreras se mantiene sin cambio alguno.