MY OWN BUSINESS, EL GRAN CAMPEÓN DEL CARIBE
Por Enrique Salazar.
Pocos ejemplares han pasado por las ya tradicionales competencias anuales de la Confederación Hípica del Caribe con la contundencia y prestancia que el Crack venezolano My Own Business (97-11, Voyageur en World Medley, por Verbatim). Eran tiempos donde las carreras se realizaban en los países pertenecientes en a la Confederación, rotándose la sede, lo cual hacía la experiencia inolvidable para todos aquellos que participaban, con reencuentros cada cierto tiempo. Sin embargo, a My Own Business le tocó competir en una época donde el escenario de las carreras estuvo estacionado en la isla del encanto, en Puerto Rico. El apoyo económico del Congreso de esa nación aseguraba a la isla como la mejor opción para todos.
Así, a comienzos de este siglo, a finales del año 2000 llega por vez primera My Own Business a Puerto Rico. Arriba Campeón. Más bien llega con fama de imbatible. Era la “vedette” de esa primera jornada caribeña del siglo XXI. Había sido el Campeón Dosañero en Venezuela (1999) y era el virtual Campeón Tresañero, más aún era el lógico Caballo del Año en su país, pese a no haberse triplecoronado, por razones no inherentes a su responsabilidad. Sin embargo, tenía en su haber victorias en el Clásico Cría Nacional (Ven-G1, 2000m) y en el Clásico República de Venezuela (Ven-G1, 2400m), los 2º y 3º pasos de la Triple Corona, ambos en tiempos récord. Sumaba además triunfos contra maduros en el Clásico Propietarios La Rinconada (Ven-G1, 2000m) y en el Clásico Copa de Oro de Venezuela (Ven-G1, 2400m), logrando encumbrarse en el “icónico” Clásico Simón Bolívar (Ven-G1, 2400m). No había ninguno equiparable a él en su país. Pese a ello, los anfitriones tenían fe en que podrían dar al traste con toda esa fama. Contaban para ello con su Campeona Brícola (97, Fappiano’s Star en Paggy’s Pegaus, por Real Courage). El duelo estaba dispuesto a ocurrir en el Clásico del Caribe.
Esa carrera fue espectacular. La que realizó My Own Business, guiado entonces por un joven Emisael Jaramillo, hoy en día convertido en una de las fustas más exitosas de la Confederación del Caribe. Entrenado por el “maestro” Antonio Bellardi, el potro llegó a la carrera en una condición atlética insuperable y la necesitó para vencer, porque no tuvo un buen salto inicial y quedó último por instantes. Sólo lo suficiente para que el Campeón venezolano tomara el paso de carrera. Sin embargo, la 1ª curva estaba muy cerca en el hipódromo El Comandante y Jaramillo sólo pudo cerrar líneas hacia adentro, quedándose a mitad de lote, alejado unos 8 cuerpos de las acciones líderes. Pero, al terminar el giro del primer codo y entrar en la recta lejana, My Own Business se convirtió en un “bólido”, que comenzó a desplazar rivales como si fueran postes, desde los 1000m finales de carrera. El sostenido tranco de My Own Business le permitió hacerse líder en los 600m finales y comenzar a labrar su primera victoria en tierras borinqueñas. Respondiendo plenamente a los pedidos de Jaramillo fue extendiendo cada vez más su ventaja, cruzando la meta con claridad de 6 cuerpos sobre, precisamente, Brícola, que apareció en la recta final con una tibia atropellada. Comenzaban a escribirse las “páginas de oro” que contarían la “leyenda” de My Own Business en el Caribe. Poco después se puso en dudas su triunfo, con un proceso “amañado” de supuesto medicamentación prohíbida, que cayó por su propio peso, cuando las muestras de analizadas, ambas provenientes de una misma toma, resultaron ser totalmente diferentes.
Pero My Own Business tendría oportunidad de regresar a resarcir su prestigio, bien ganado a punta de clase corredora. Volvería a Puerto Rico dos años después. Adulto. Con un físico imponente, que hacía recordar con nostalgia a aquel potro “puro corazón” que ganó el Clásico del Caribe. Con 5 años enfrentaría a ejemplares de 3 generaciones diferentes, incluida la suya propia, en la Copa Confraternidad del Caribe. Esta vez, partiendo nuevamente afuera, no retrasó. Y, al giro de la primera curva, ahora más lejana por la distancia (1900m), era él quien comandaba las acciones. Corría abierto y cedía ventaja, pero accionaba a placer. Otra vez la recta lejana fue escenario apropiado para recalcar su superioridad. La última curva le encontró en punta seguido de su compatriota Gran Empeño (98, Nataniel en Joffy Jak, por Northern Legend), ganador esa temporada del Clásico Propietarios La Rinconada (Ven-G1), que cayó con honores a 1 cuerpo del Crack, dejando ambos venezolanos muy lejos al resto de los rivales. Hasta entonces, sólo un ejemplar, el múltiple Campeón puertorriqueño Verset’s Jet (90-10, Tri Jet en Verset’s Dancer, por Levee Dancer), hijo de una ganadora del Clásico del Caribe, había podido concretar victorias en el Clásico del Caribe y en la Copa Confraternidad del Caribe. El Crack venezolano lo emulaba pero no en años consecutivos. Lograba la proeza con dos años calendario entre una y otra victoria. My Own Business lograba demostrar que la “leyenda” era realidad.
Al año siguiente, 2003, ya con dos títulos de Caballo del Año en su poder, My Own Business regresó por más. Un retorno que sería además para él la despedida no sólo de Borinquen sino de su actividad pistera también. Esa temporada, en Venezuela había triunfado en los 3200m del Clásico Fuerza Armada (Ven-G1) entre las 7 victorias que logró, pero había sido derrotado 2 veces (una por distanciamiento) por Gran Empeño, por lo que muchos urdían ideas de que era posible derrotarle. Volvía para engrandecer su hazaña caribeña. De nuevo estaba ante la Copa Confraternidad del Caribe. Esta vez con la conducción de Angel Alciro Castillo, aquel “villano” responsable de que no tuviera entre sus logros una Triple Corona que le correspondía. El “villano” volvía a estar en sus estribos, tras pedir perdón. Nadie lo corría como él. Era verdad. Aun así, costó mucho que regresara a su silla. La vida le dio la oportunidad de resarcir en algo el daño hecho. Esta vez partió por dentro, otra vez sin retraso, y Castillo se ocupó de ubicarle por centro de cancha con celeridad, gobernando las acciones casi desde el vamos. A lo Campeón puso ventaja clara desde el primer codo. Con su tranco sólido, en la recta lejana lucía escapado con 5 cuerpos o más. Los esperaba comenzando a girar el codo final, sólo para volver a sacar ventaja al sentirles cerca y galopar a voluntad la recta final, manteniendo a raya a Gran Abuelo (99, Le Voyageur en Cloak, por Fappiano), Campeón a los 3 años en Venezuela y ganador del Clásico del Caribe el año anterior, en otro 1-2 venezolano en la Copa Confraternidad, mientras el resto quedaba otra vez muy lejos, tal vez, recordando, para siempre, que corrieron contra My Own Business.
No actuaría más en pruebas públicas pues su destino sería la cría, pero dejó grabada en la mente de los hípicos caribeños la esencia de su categoría de Purasangre excepcional. Se iba siendo el único ejemplar que ha podido vencer dos veces en la Copa Confraternidad del Caribe y aun, hoy en día, a 16 años de su hazaña, ningún otro ha podido emularle. Fue un excelente padrillo, llegando a ser Líder Semental Criollo en Venezuela, pero esa es otra historia. Nos dejó un 13 de agosto. Aquel aciago año 2011. Con apenas 14 años. Pero su pundonor, su gallardía, ese don prodigioso de ser Campeón 100 % puro, nunca abandonara la mente de quienes le vimos correr, de esa afición que lo amó viéndole hacer algo increíble, natural en él: correr como el viento. Grandes del Caribe, como Alberto Paz Rodríguez, como Julio Ayala, como Virgilo Decán “Aly Khan”, siempre lo reconocieron como el mejor. Nosotros, hípicos de corazón, seguimos recordando y añorando al Gran Campeón del Caribe. El inolvidable My Own Business.